Un análisis epistemológico de Edipo Rey de Sófocles III. Edipo encuentra a Sherlock Holmes ¿Conocimiento asertórico o conocimiento erotético?

 

Un análisis epistemológico de Edipo Rey de Sófocles III. Edipo encuentra a Sherlock Holmes ¿Conocimiento asertórico o conocimiento erotético?

Por Alejandro G Miroli[1]

y Salvador Martínez[2]

 

  1. Introducción
  2. Indicios hacia un culpable
  3. La estructura del conocimiento erotético
  4. 4. Concepto de complejo erotético
  5. La indagación erotética de Edipo
  6. Conclusión
  7. Bibliografía

 

  1. Introducción

Edipo rey tiene muchas lecturas posibles desde muchas disciplinas y géneros, una de ellas es desde la literatura policial, el género que se ha desarrollado en torno a una pregunta omnipresente: ¿Quién es el asesino? En Edipo rey hay una serie de cuestiones interrelacionadas que giran en torno a un homicidio, el cual ha tenido consecuencias calamitosas para la ciudad de Tebas, afectando las vidas y patrimonios de todos sus habitantes.

Al mismo tiempo, la cuestión del homicidio a resolver no solo implica determinar la responsabilidad, sino que va más allá, algo mucho más extremo: determinar qué clase de sujeto es el responsable. Así se puede reconocer que la obra se organiza en torno a tres preguntas basales que examinaremos a continuación.

(I) ¿Por qué la muerte del rey Layo supone un castigo a la ciudad de Tebas como corresponsable o involucrada en ese crimen?

(II) ¿Quién fue el que causó la muerte/ asesinó a Layo?

(III) ¿Quién es ese sujeto que causó la muerte/ asesinó a Layo?

  1. Indicios hacia un culpable

La literatura policial popularizó un modelo de investigación particular, a saber, el forense, que también corresponde al modo de investigación del historiador: Un conocimiento basado en indicios que va de lo singular a lo singular, en el cual las premisas generales que aportan otras disciplinas se emplean instrumentalmente para analizar cada indicio, cada fuente —reliquia o relato—, cada pista, cada factor causal particular, para generar un modelo cognitivo de ese suceso específico del cual se pueda inferir una respuesta efectiva.

En su clásico texto de epistemología del conocimiento histórico Idea de la historia, R. G. Collingwood se opone a la noción tradicional del método histórico fundado o inspirado en el aprendizaje inductivo al que llama “método de tijera y engrudo”. Propone como modelo para elucidar el tipo de razonamiento que lleva a cabo el historiador precisamente un caso de indagación forense policial (Collingwood, pp. 297 – 303). Y avanzando más allá, el autor plantea que este modo de razonamiento tiene una relación directa con la estructura inferencial que involucra preguntas:

Cada paso del razonamiento depende de plantear una pregunta. La pregunta es la carga de gas, que explota en la cámara del cilindro, que es la fuerza motivadora de cada golpe del pistón. Pero la metáfora es inadecuada, porque cada nuevo golpe del pistón no se produce explotando otra carga de la misma mezcla vieja, sino explotando una carga de nueva especie. Nadie que tenga la menor noción del método seguirá haciendo la misma pregunta todo el tiempo, “¿Quién mató a John Doe?” Cada vez hace una nueva pregunta. Y no basta con cubrir todo el terreno preparando un catálogo de todas las preguntas que hay que hacer, y preguntando tarde o temprano todas y cada una de ellas. Hay que preguntarlas en el orden debido. (Collingwood, 1977)

En este texto y en otros, Collingwood desarrolla sistemáticamente esta idea y propone toda una teoría del conocimiento fundada en preguntas, que podemos denominar conocimiento erotético (del griego ἐρωτάω, que significa preguntar, interrogar, inquirir) y que el autor contrapone al conocimiento asertórico. En la siguiente sección intentaremos ofrecer una presentación básica de esta noción de conocimiento erotético.

  1. La estructura del conocimiento erotético

En el curso de una vida marcada por decisiones fatídicas, fundadas en un sistema de creencias o en un contexto incapaz de ayudarlo a resolver la primera pregunta basal (precisamente por ello rechaza de manera tan violenta la respuesta de Tiresias), Edipo llega a cambiar radicalmente ese sistema cuando se encuentra con el cumplimiento de aquella predicción que marcó toda su vida: “Matarás a tu padre y cometerás incesto con tu madre”. El proceso por el cual Edipo transforma su contexto epistémico, de modo tal que el resultado final niega todas las proposiciones que formaban parte del contexto original, es un proceso de indagación en el que va interrogando a sucesivos testigos presenciales y actores de ciertos eventos en los que estuvo involucrado.

Este proceso presenta uno de los primeros ejemplos de lo que es un modo propio del conocimiento al que podemos denominar conocimiento inquisitivo. Este consiste en someter a un escrutinio riguroso a alguien que provee información específica sobre un caso o evento. Tal conocimiento tiene una estructura particular, que puede ser contrastada con otra estructura de lo que se denomina conocimiento deductivo.

Esta diferencia es la misma que los argumentos que amplían la información dada en las premisas y los argumentos que no amplían dicha información:

Si en una inferencia la conclusión no está contenida en las premisas, no puede ser válida; y si la conclusión no es diferente de las premisas, es inútil; pero la conclusión no puede estar contenida en las premisas y además posee novedad; por lo tanto, las inferencias no pueden ser válidas y útiles al mismo tiempo. (Cohen, Morris R. & Nagel, Ernest, 1934, págs. 173 – 176)

El concepto de utilidad que los autores emplean tiene un sentido preciso: los argumentos deductivos son útiles para probar teoremas y para examinar la consistencia de un sistema de proposiciones.  Lo que los autores señalan, y que ya había sido advertido por los críticos pirrónicos de la deducción, es que un argumento deductivo no incrementa la información ya afirmada de manera tácita en las premisas, sino que la expone y la desarrolla en forma explícita. Así, en cierto sentido, modifica la situación epistémica del agente que lleva a cabo la deducción. Sin embargo, en términos de incrementar la cantidad de información neta, los argumentos más interesantes son aquellos que pueden ampliarla, como el argumento inductivo o el argumento abductivo.

Más allá de esta cuestión técnica sobre cómo se define y se trata un concepto deductivo de información, el problema se presenta cuando, en la teoría epistemológica, se toma la lógica asertórica deductiva como el modelo para el análisis de los procesos cognitivos mediante los cuales un agente llega a resultados, como corregir la información previamente obtenida, incorporar nueva información e incluso a modificar sus sistemas de creencias de manera radical.

Sumado a esta cuestión de tomar la lógica asertórica como norma para el análisis epistemológico, se encuentra la primacía de las proposiciones y del lenguaje asertórico en la semántica:

La filosofía del lenguaje desde Frege ha enfatizado las proposiciones y las oraciones asertóricas, pero está claro que las preguntas y las oraciones interrogativas son igualmente importantes. La investigación y la explicación científica proceden en parte mediante la formulación y respuesta de preguntas, y los diálogos humanos, así como las interacciones entre humanos y computadoras, a menudo se estructuran en términos de preguntas y respuestas. (Cross, Charles & Floris Roelofsen, 2022)

Este modelo da lugar a lo que se entiende en la tradición dominante de la epistemología occidental como epistemología asertórica. Como alternativa, R. G. Collingwood propone adoptar la lógica erotética como modelo para desarrollar lo que se puede denominar una epistemología erotética.

La lógica erotética no es una disciplina que haya tenido una amplia expansión, ni cuenta con manuales estándar para su estudio en cursos introductorios de lógica y teoría de la argumentación. Sin embargo, la lógica erotética subyace en las primeras expresiones metodológicas de los historiadores, hasta el punto de que la propia empresa del historiador puede entenderse como una empresa erotética.

Ha sido él mismo quien, en el siglo XX, señaló la necesidad de una teoría erotética del conocimiento. Su proyecto de epistemología erotética comienza con la propuesta de revisión de la lógica:

Eran las expresiones clásicas de un principio de lógica que me pareció necesario reafirmar: el principio de que un cuerpo de conocimientos no consiste en “proposiciones”, “enunciados”, “juicios” o cualquier nombre que los lógicos utilicen para designar actos de pensamiento asertóricos (o lo que en esos actos se afirma: porque “conocimiento” significa tanto la actividad de conocer como lo que se conoce), sino de éstos junto con las preguntas que deben responder; y que una lógica en la que se atienden las respuestas y se descuidan las preguntas es una lógica falsa.  (Collingwood, 1939, págs. 30-31)

En rigor, su afirmación de que una lógica que no atienda a las preguntas sería una lógica falsa no debe ser entendida como un rechazo sustantivo de la lógica asertórica,  ya que él no se propone una reforma de la lógica strictu sensu —la teoría de la consecuencia—, sino que su objetivo es otro: dado que, según su hipótesis, un cuerpo de conocimiento científico —ya sea natural o social— estará integrado por complejos conformados por (i) un elemento asertórico —proposiciones— y (ii) un elemento erotético —preguntas que fungen de respuestas—, la lógica asertórica por sí sola no sería la lógica adecuada para analizar dicho cuerpo de conocimientos y debería ser complementada por una lógica erotética. El tema que parece preocupar a Collingwood es el hecho de que se tome a la lógica asertórica como inspiración por defecto de la teoría epistemológica, lo que daría lugar a una epistemología que analizaría el conocimiento científico sin tener en cuenta dichos complejos erotéticos.

En la medida en que un hombre piensa científicamente cuando hace una afirmación, sabe que su afirmación es la respuesta a una pregunta y sabe cuál es esa pregunta. En la medida en que piensa de manera no científica, no sabe estas cosas.  (Collingwood, 1940, pág. 24)

La importancia que tiene la teoría erotética del conocimiento radica en que sale de las coordenadas entre relativismo y absolutismo epistémico, o entre contextualismo e invariacionismo, e introduce lo que podemos llamar un vector de objetividad relativa, que permite un análisis de grano fino y de diferencias más sutiles entre ambos términos. Esto está presente en la dinámica del proceso erotético, es decir, en las preguntas generadas por presuposiciones que van sesgando la propia convergencia de la secuencia de preguntas, hasta llegar a preguntas decisivas que pueden ser respondidas por sí o por no.

En su contribución al volumen colectivo El signo de los tres (un análisis lógico y epistemológico de la teoría inferencial que aparece en la obra literaria de Arthur Conan Doyle y en la obra filosófica de Charles Saunders Pierce) Jaakko Hintikka y Merrill B. Hintikka profundizan esta idea de manera más explícita:

A nuestro parecer, la parte crucial de la tarea de un «lógico» holmesiano no es tanto realizar deducciones lógicas como extraer o hacer explícita la información tácita. <…>. El propósito principal del presente ensayo es esbozar esta estructura.   La idea clave en la que se basa la estructura es la noción de pregunta. Consideraremos las premisas recién explicitadas (no reconocidas anteriormente) como respuestas a preguntas dirigidas al conocedor tácito. El elemento de información anteriormente no reconocido se hace efectivo mediante la pregunta de la que él es la respuesta. En este sentido, el proceso de activación del conocimiento tácito es controlado por las preguntas que sirven para hacer efectiva esta información. (Hintikka, Jaakko & Hintikka, Merrill B. , 1989, págs. 213-214)

Si la información tácita está presente en una serie de testigos directos o protagonistas de eventos relacionados con las situaciones planteadas en las tres preguntas basales, entonces cada una de estas preguntas genera una serie de preguntas subordinadas que conforman lo que podemos llamar una cadena inquisitiva, cuyo resultado final será una pregunta cuya respuesta efectiva cierre la cadena inquisitiva, resolviendo de esta manera la pregunta basal. De este modo, podemos identificar tres cadenas inquisitivas o secuencias de preguntas que se ordenan en torno a las tres preguntas basales de la obra:

Sobre la pregunta I: Versos 95 – 140

Sobre la pregunta II: Versos 725 – 860

Sobre la pregunta III: Versos 925 1180

  1. 4. Concepto de complejo erotético

En su análisis del conocimiento erotético, R. G Collingwood propone la noción de complejo erotético como unidad de análisis del conocimiento, éste tiene tres componentes:

Una pregunta: sintácticamente es el genuino componente erotético.

Una proposición: un componente asertórico. Sintácticamente se trata de una proposición que funge como respuesta a la pregunta. un componente asertórico

Pero el aporte más original de nuestro autor es el tercer componente al que llama presuposición:

Presuposición: sintácticamente, una proposición o unidad de información, pero que funcionalmente no opera como una aserción, sino que cumple dos roles dentro de dicho complejo erotético:

(a) Generar una pregunta pertinente.

(b) Determinar el espacio de respuestas posibles a la pregunta.

Estas dos funciones se corresponden con dos modos de prioridad que tiene las presuposiciones: prioridad temporal y prioridad lógica. Como dice el autor:

Cuando el pensamiento está ordenado científicamente, esta prioridad lógica va acompañada por una prioridad temporal: uno formula primero la pregunta, y sólo cuando ella esté formulada comienza a tratar de responderla. Se trata de un tipo especial de prioridad temporal, en el que el evento o actividad que es anterior no cesa cuando comienza la que es posterior. El acto de hacer la pregunta comienza y toma una forma definida como el planteamiento de una pregunta determinada antes de que comience el acto de responderla; pero continúa durante toda la duración de este último…<en el pensamiento científico> Por ser respondida, una pregunta no deja de ser una pregunta. Sólo deja de ser una pregunta sin respuesta. (Collingwood, 1940, pág. 24)

En otras palabras un presupuesto tiene prioridad temporal –en el sentido que es por éste mismo que un estado de cosas se torna problemático y da origen a una pregunta-, esta prioridad temporal no se debe entender como un elemento que cesa y deja lugar a otro, sino que es un elemento que aparece anterior a otro, pero que continua cuando aparece el elemento posterior. Este rol de prioridad temporal se puede asimilar a la noción de expectativa como se introduce a continuación al analizar la experiencia negativa.

Muy sucintamente la experiencia negativa permite distinguir entre “No tener experiencia de un estado de cosas x” y “Tener experiencia de un estado de cosas No-x”. Un ejemplo nos puede ayudar a entender esta distinción. Supongamos que un crítico de arte concurre a una exposición monográfica del pintor Raúl Soldi. En un sentido trivial en una exposición monográfica de un pintor no habrá obras de otro pintor, así que en la sala dedicada a esa exposición monográfica no habrá cuadros de Guillermo Roux. Así que en este sentido trivial nuestro crítico no tiene la experiencia de percibir un cuadro de Guillermo Roux colgado en la sala dedicada a una exposición monográfica de Raúl Soldi, como no tiene la experiencia de un elefante caminando en medio de la sala.

Supongamos que de pronto nuestro crítico se para y comienza a despotricar en voz alta, se dirige hacia los curadores de la exposición y les reclama por la ausencia de determinado cuadro de Raúl Soldi. Este segundo caso no es equivalente al primero. En este no hay algo y no debe haberlo, es decir, no hay ninguna relación necesaria o prioridad lógica entre lo que no hay y el estado de cosas presente que el crítico observa, mientras que en el segundo caso no hay algo y debería haberlo, y está lógicamente presupuesto que en esa exposición monográfica del pintor Raúl Soldi, deban estar determinados cuadros que son fundamentales en su trayectoria, y que se ha olvidado colocar. Este crítico tiene una expectativa que funge de presupuesto que torna problemática la situación de no estar colgados en la exposición monográfica ciertas obras centrales del pintor homenajeado, y que le torna problemática esa situación.   En este caso, esa expectativa es precisamente el presupuesto de su pregunta por la ausencia de tales cuadros.

Por esta cuestión, Collingwood habla de cualidad lógica de la presuposición, en el sentido que restringe el conjunto de respuestas posibles a la pregunta. Collingwood ofrece el siguiente ejemplo:

Veo una cuerda tensa tirada a través de un pasillo, y respondo a la pregunta (q) “¿Qué fin tiene esa cuerda?” con el elemento asertórico (a) “Es una cuerda para tender la ropa lavada”, esa respuesta presupone la proposición (b) “La cuerda está puesta con un propósito definido” que excluye como respuesta a dicha pregunta al componente asertórico (c) “La cuerda fue puesta involuntariamente por quien la acarreaba porque era el primer lugar para ponerla”. (Collingwood, 1940, pág. 22)

En el ejemplo que brinda el autor, el presupuesto determina un espacio de las respuestas admisibles para la pregunta formulada, lo que podemos llamar un espacio de pertinencia, dado un presupuesto.

En el ejemplo anterior, el complejo erotético comienza con el par:

Pregunta: ¿Qué fin tiene esta cuerda así puesta?

Componente asertórico: Es una cuerda tendida para colgar la ropa recién lavada.

Hasta aquí no tenemos un complejo erotético, ya que falta el elemento que señala que la respuesta es o no es pertinente.  En el ejemplo de nuestro autor, el presupuesto es el siguiente

Pregunta: ¿Qué fin tiene esta cuerda así puesta?

Componente asertórico: Es una cuerda tendida para colgar la ropa recién lavada.

Presupuesto: La cuerda está colocada en modo deliberado.

Bajo este presupuesto, el estado de cosas “Es una cuerda que cayó por azar y quedó perfectamente tensa” no es pertinente. Primero, porque la cuerda colocada en forma tensa es el resultado de un proceso temporal, como lo llama nuestro autor, en el cual la cuerda quedó tensa debido a una acción deliberada que la ajustó para que no se caiga. Segundo, porque existe una precedencia lógica: la cuerda tensa y perfectamente ajustada impide que la cuerda ceda ante cualquier movimiento. Por consiguiente, no se puede aceptar como respuesta a la pregunta que la cuerda cayó o que el viento la movió hasta dejarla en esa posición.

Pero sí se puede aceptar como otra respuesta plausible, dado ese presupuesto, lo siguiente:

Pregunta: ¿Qué fin tiene esta cuerda así puesta?

Componente asertórico: La cuerda está tendida para voltear los sombreros de los caminantes.

Presupuesto: La cuerda está colocada en modo deliberado.

La relación entre la pregunta y la respuesta dependerá del presupuesto, así una misma pregunta tiene respuestas diferentes según sus presupuestos:

Pregunta: ¿Quien descubrió América?

Componente asertórico: Cristóbal Colón descubrió América en el año 1492.

Hasta aquí estamos ante una situación conversacional, pero desde el punto de vista del análisis que plantea Collingwood es incompleta. En efecto el componente asertórico “Cristóbal Colón descubrió América en el año 1492” puede operar como respuesta a la pregunta anterior en la medida que el complejo erotético contenga el siguiente elemento:

Presupuesto: Llamaremos “descubridor de X” a aquella persona que da noticia persistente y no interrumpida de la existencia de un territorio y por ello se incorpora a la historia universal.

Pero los historiadores podrían discutir esto y proponer otro presupuesto, lo que cambiaría todo el complejo erotético, como el siguiente ejemplo:

Pregunta: ¿Quien descubrió América?

Componente asertórico: Leif Erikson descubrió América hacia principios del siglo XI.

Al comparar los dos componentes de este segundo complejo con los del primero, observamos que la misma pregunta tiene dos respuestas contradictorias.  Sin embargo, esta aparente contradicción se disipa cuando introducimos el tercer componente de este segundo complejo erotético:

Presupuesto: Llamaremos “descubridor de X” a aquella persona que da la primera noticia de la existencia de un territorio, aunque esta noticia luego se pierda.

Bajo este presupuesto, la respuesta “Cristóbal Colón descubrió América en el año 1492” no puede ser considerada la respuesta correcta a la pregunta formulada.  En rigor, no tiene sentido afirmar que hay una respuesta correcta a la pregunta ¿Quien descubrió América?, al menos que se tenga en cuenta el presupuesto del que se está hablando. El aporte teórico de Collingwood radica en abandonar la concepción que veía en las proposiciones las unidades de análisis de un sistema de conocimientos, y en lugar de ello, desafiar la lógica asertórica como la lógica aplicable en su reconstrucción inferencial.

A partir de los complejos erotéticos se conforman las cadenas inquisitivas, construidas por las relaciones que se establecen entre los presupuestos de cada uno de los complejos erotéticos que las componen. Para nuestro autor, esos complejos erotéticos deben incluir los presupuestos que guían las cadenas de preguntas.

Todo lo anterior nos revela un último elemento del análisis erotético del conocimiento. Si aceptamos el análisis asertórico, el universo de cosas por conocer está determinado por una disyunción absoluta:

  • Cosas que están
  • Cosas que no están

Pero desde el punto de vista de los contextos epistémicos, la clasificación de las cosas que se habrán de conocer no se puede abordar con esa partición, sino con la siguiente:

-Cosas que están

-Cosas que no están, pero que pueden estar bajo cierto conjunto de presupuestos.

-Cosas que no están y no pueden estar bajo ese conjunto de presupuestos, pero sí bajo otro.

-Cosas que no están y no podrían estar bajo ningún conjunto de presupuestos lógicamente posibles

La epistemología erotética intenta dar cuenta de la situación anterior, es decir, la relación entre la información precedente de un estado de cosas y las cadenas inquisitivas generadas en un proceso inquisitivo que conduce a resolver cierta incógnita o, lo que es equivalente, a responder una pregunta.

  1. La indagación erotética de Edipo

La ciudad de Tebas se encuentra profundamente conmocionada, afectada por una epidemia que alcanza a toda la población sin distinción de edad o género, lo que lleva a una petición dirigida al rey, como cabeza del gobierno, para que emplee los recursos necesarios para abordar este problema. Esto plantea una pregunta fundamental:

¿Cuál es la causa de la peste que afecta a la ciudad de tal modo que «Todo mi pueblo está enfermo y no existe el arma de la reflexión con la que uno se pueda defender? Ni crecen los frutos de la noble tierra ni las mujeres tienen que soportar quejumbrosos esfuerzos en sus partos. Y uno tras otro, ¿cuál rápido pájaro, puedes ver que se precipitan, con más fuerza que el fuego irresistible, hacia la costa del dios de las sombras?» (vv. 170 – 175), cuya remoción podría solucionar dicho mal?

En el mundo clásico, la ignorancia, es decir, aquel conocimiento al que es imposible llegar desde un contexto epistémico determinado, se metaforizaba mediante la apelación a seres sobrenaturales que, a través de un expediente técnico —oráculo—resolvían dicha cuestión. Desde el punto de vista epistemológico, esta apelación a seres sobrenaturales equivale a recurrir a un cognoscente distinto cuya frontera de ignorancia difiere de la de los tebanos. Así, Edipo envía a su cuñado Creonte a consultar al oráculo sobre la pregunta anterior. La respuesta de Creonte es la siguiente:

Creonte. —Teníamos nosotros, señor, en otro tiempo a Layo como soberano de esta tierra, antes de que tú rigieras rectamente esta ciudad.

Edipo. — Lo sé por haberlo oído, pero nunca lo vi.

Creonte. — Él murió y ahora nos prescribe claramente que tomemos venganza de los culpables con violencia. (vv. 100 – 105)

Podemos reconstruir la estructura erotética del siguiente modo:

Pregunta: ¿Cuál es la causa de la epidemia que afecta a la ciudad de tal manera, cuya remoción podría solucionar dicho mal?

Componente asertórico: La casusa es el homicidio o muerte violenta del rey Layo.

Pero esta estructura está incompleta porque falta precisamente el presupuesto que vincula la peste con el homicidio o muerte de Layo, por lo cual debemos incluirlo, de esto resulta el complejo erotético (I):

Pregunta: ¿Cuál es la causa de la epidemia que afecta a la ciudad en tal modo, cuya remoción podría solucionar dicho mal?

Componente asertórico: El homicidio o muerte violenta del rey Layo es la causa de la epidemia que afecta a Tebas.

Presupuesto: El homicidio de Layo no es sólo un delito personal sino que es una violación contra las leyes fundacionales (divinas) de la ciudad.

Esa ley extraordinaria implica la prohibición del parricidio y del incesto asociado con la viuda del padre, en particular cuando dicho padre es también el rey de la ciudad. Esto requiere responder a la pregunta y encontrar al o a los responsables del homicidio o muerte violenta del rey Layo, es decir, iniciar un proceso inquisitivo que determine una secuencia de eventos que concluyan con la imputación criminal a los responsables de dicho regicidio.

El proceso inquisitivo comienza cuando Edipo decreta que cualquier persona que tenga información veraz sobre la muerte de Layo está obligada a hacerla pública; de lo contrario, será castigada junto con quienes la ayuden o le brinden cobijo. Y al mismo tiempo, decreta que el responsable de dicha muerte será condenado (vv. 220 – 275). Para Edipo, esto no es solo un acto de justicia, sino también de autoprotección, ya que él reconoce que:

El que fuera el asesino de aquel tal vez también de mí podría querer vengarse con violencia semejante. Así, pues auxiliando aquel me ayudó a mí mismo (vv. 135 – 140)

En ese proceso la persona que tiene información fehaciente es un único acompañante del rey que describió el suceso como:

Decía que unos ladrones con los que se tropezaron le dieron muerte, no con el rigor de una sola mano, sino de muchas. (v. 120)

Este servidor le pidió a Yocasta que lo alejara lo más lejos posible de la ciudad en la que estaba reinando Edipo (v. 760).

Este proceso inquisitivo, que implica encontrar al testigo presencial, confirmar la versión que se ha instalado como rumor público, y a partir de ese testimonio identificar a los asesinos para capturarlos y castigarlos, se ve confrontado por otro incidente protagonizado por Edipo en su camino hacia Tebas, lo que lo lleva a cuestionarse a sí mismo, dando lugar al siguiente complejo erotético (II):

Pregunta: ¿Habré matado yo involuntariamente a Layo cuando me defendí en la encrucijada de tres caminos?

Componente asertórico: Yo, Edipo, maté a un viajero ocasional que no portaba símbolos de realeza y por ende no podía ser rey.

Presupuesto: Un viajero real debe siempre ir acompañado de su corte y custodia, e identificado con los emblemas reales.

Edipo se enfrenta con una situación problemática, ya que mató en un acto violento, en la encrucijada de tres caminos, a un viajero que no portaba ningún elemento distintivo de ningún carácter real. Sin embargo, la información proporcionada por el testigo presencial sobreviviente altera el presupuesto que él tenía, dando lugar a un nuevo complejo erotético (III):

Pregunta: ¿Quién, en este momento, es más infortunado que yo, si es que existe alguna conexión entre Layo y este extranjero (el anciano que me atacó luego de que yo me defendiera del heraldo o conductor del carro en la encrucijada de caminos) (v.)

Componente asertórico: Probablemente haya matado al rey de Tebas.

Presupuesto: En casos excepcionales y misiones confidenciales, los reyes pueden viajar en forma discreta, sin la compañía usual de un viajero de estado; en ese caso la compañía de un rey de incógnito equivaldría al séquito que acompañaba al extranjero.

Se trata de un desplazamiento en las preguntas formuladas por Edipo, hasta llegar a la identificación: Viajero en la encrucijada = Layo, rey de Tebas. Dado que el complejo erotético (III) reemplaza al complejo erotético (II) y ello hace posible el complejo erotético siguiente (IV):

Pregunta: ¿Es correcto que: Viajero en la encrucijada = Layo, rey de Tebas?

Complejo asertórico: La muerte del viajero fue producida por una sola persona en la encrucijada de tres caminos en la cual se denunció la muerte de Layo, rey de Tebas.

Presupuesto: Si se confirma el mismo número yo no fui el asesino, pues, no es uno igual a muchos, pero si dice que fue un hombre el que viajaba en solitario, está claro: El delito me es imputable (vv. 845 – 850).

El procedimiento que Edipo lleva a cabo constituye un caso de esta metodología. Examinemos la secuencia del proceso de Edipo, desde su contexto epistémico inicial al ingresar a Tebas, hasta el contexto epistémico final, que coincide con el de Tiresias y que Sófocles elige exponer en la obra, como la confirmación de la predicción deductiva inicial sobre cómo se resuelve la crisis de poder en Tebas.

El siguiente cuadro presenta las tres cadenas inquisitivas que se suceden de las tres preguntas basales:

Cadena inquisitiva 1

¿Por qué la muerte del rey Layo implica un castigo para la ciudad de Tebas, considerándola corresponsable o involucrada en ese crimen?

 

Cadena inquisitiva 2

¿Quién fue el responsable de causar la muerte o asesinar a Layo?

Cadena inquisitiva 3

Edipo, asesino de Layo, ¿Quién eres?

 

 

Edipo. — ¡Oh Tiresias, que todo lo manejas, lo que debe ser enseñado y lo que es secreto, los asuntos del cielo y los terrenales! Aunque no ves, comprendes, sin embargo, de qué mal es víctima nuestra ciudad. A ti te reconocemos como único defensor y salvador de ella, señor. Porque Febo, si es que no lo has oído a los mensajeros, contestó a nuestros embajadores que la única liberación de esta plaga nos llegaría si, después de averiguarlo correctamente, dábamos muerte a los asesinos de Layo o les hacíamos salir desterrados del país. Tú, sin rehusar ni el sonido de las aves ni ningún otro medio de adivinación, sálvate a ti mismo y a la ciudad y sálvame a mí, y líbranos de toda impureza originada por el muerto. Estamos en tus manos. Que un hombre preste servicio con los medios de que dispone y es capaz, es la más bella de las tareas. (vv.300-316)

 

Unos ladrones le dieron muerte con el rigor de muchas manos/Uno de ellos huyó desesperado y una cosa pudo decir con seguridad de lo que vio. (del v.120)

 

Layo muere a manos de unos caminantes (del v.290)

 

Unos bandidos lo mataron en una encrucijada de tres caminos (del v.715)

 

¿Dónde está esa encrucijada?

El asesino de Layo podría querer matarme (se sigue de v.140)

 

Orden que se revele todo sobre la cuestión ¿Quién mató a Layo? (del v.225-250)

 

Me pregunto si el adivino no estaba en lo cierto y me lo demostrar mejor si aún me revuelve una cosa (del v.750)

 

¿Iba Layo de incógnito o con una escolta numerosa como corresponde a un rey?

 

¿Se encuentra el servidor que huyó en palacio?

 

¿Cómo podría llegar junto a nosotros con rapidez? (del v.765)

 

Cuando en mi viaje estaba cerrado el paso, un heraldo y un viajero me salieron al encuentro (de los vv. 800-810)

 

¿Hay una identidad Layo = el extranjero?

 

No podría ser uno = muchos (del v.845)

Edipo. — ¿Le entregaste al niño por el que pregunta?

Servidor. — Lo hice y ¡ojalá hubiera muerto ese día!

Edipo. — Pero a esto llegarás, si no dices lo que corresponde. Servidor. — Me pierdo mucho más aún si hablo. Edipo. — Este hombre, según parece, se dispone a O dar rodeos.

Servidor. — No, yo no, pues ya he dicho que se lo entregué.

Edipo. — ¿De dónde lo habías tomado? ¿Era de tu familia o de algún otro?

Servidor. — Mío no. Lo recibí de uno.

Edipo. — ¿De cuál de estos ciudadanos y de qué casa?

Servidor. — ¡No, por los dioses, no me preguntes más, mi señor!

Edipo. — Estás muerto, si te lo tengo que preguntar de nuevo. Servidor. — Pues bien, era uno de los vástagos de la casa de Layo. Edipo. — ¿Un esclavo, o uno que pertenecía a su linaje?

Servidor. — ¡Ay de mí! Estoy ante lo verdaderamente terrible de decir.

Edipo. — Y yo de escuchar, pero, sin embargo, hay que oírlo. Servidor. — Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor podría decir cómo fue. Edipo. — ¿Ella te lo entregó?

Servidor. — Sí, en efecto, señor. Edipo. — ¿Con qué fin?

Servidor. — Para que lo matara.

Edipo. — ¿Habiéndolo engendrado ella, desdichada?

Servidor. — Por temor a funestos oráculos. Edipo. — ¿A cuáles? Servidor. — Se decía que él mataría a sus padres.

Edipo. — Y ¿cómo, en ese caso, tú lo entregaste a este anciano? Servidor. — Por compasión, oh señor, pensando que liso se lo llevaría a otra tierra de donde él era. Y éste lo salvó para los peores males. Pues si eres tú, en verdad, quien él asegura, sábete que has nacido con funesto destino.

Edipo. — ¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo! (vv. 1156-1187)

 

Mensajero

¿Qué me tiene que comunicar? ¿Cómo murió Pólibo? (v.960)

 

 

¿Cómo es que no sé lo que hago al rehuir volver a Corinto? (v.1005)

 

¿Es que temes cometer una infamia con tus padres? (v.1010)

 

Secuencia de interrogatorios al mensajero y al anciano labrador: vv.1010-1080; vv.1110-1180.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La tercera cadena inquisitiva concluye la tarea detectivesca o historiográfica que Edipo se propuso. No solo encuentra al asesino de Layo, sino que también descubre la razón por la cual la ciudad de Tebas ha sido castigada de tal manera. Las tres preguntas basales se integran en una única cadena inquisitiva, dando lugar a un último complejo erotético (V):

Pregunta: ¡Ah, desgraciado de mí! ¿a qué tierra seré arrastrado, infeliz? ¿A dónde me ira volando en un arrebato, mi voz? ¡ay, destino! ¿A dónde te has marchado? (v. 1310)

Complejo asertórico: A un desastre terrible que no puede ni escuchar se ni contemplarse. (v.

Presupuesto: Yo he resultado nacido de los que no debía teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo. (v.)

 

  1. Conclusión

Finalmente, podemos afirmar que Edipo rey permite mucho más que una lectura detectivesca; en todo caso, es una historia en dónde el detective y el victimario son la misma persona, y el proceso de investigación es, al mismo tiempo, un proceso de autodescubrimiento. Lo que hace interesante el análisis erotético de la obra es el preciso proceso de indagación, una conexión exacta entre las tres preguntas basales y las cadenas inquisitivas que se generan a partir de ellas de manera no arbitraria. En este sentido, la obra se presenta como un modelo de este procedimiento inquisitivo, que los historiadores han empleado desde Heródoto en adelante y que ha sido un tema fundamental en la discusión epistemológica sobre las ciencias sociales.

Retornemos al género policial. Bill S. Ballinger (EE. UU, 1912–1980) fue un guionista y escritor de literatura policial, conocido particularmente por los sorprendentes giros argumentales que tenían sus novelas. En El segundo más largo (The Longest Second, 1957), su protagonista Víctor Pacific se encuentra amnésico con una herida muy grave y con una gran suma de dinero en su poder. La novela presenta en paralelo la investigación policial acerca de qué pasó y la propia indagación de Víctor Pacific acerca de quién le hizo esto y qué sucedió. En el capítulo ante último de la novela Víctor Pacific buscaba desesperadamente a alguien que él recordaba que lo había ayudado: «Lo sabía. Siempre lo había sabido. ¡Horstman era amigo mío! ¡Un hombre en quién podía confiar!» (Ballinger, 1976). En el minuto final de su vida Víctor Pacific reconoce que él era Horstman.

El camino de Edipo es el camino de Víctor Pacific, un proceso inquisitivo que lleva inevitablemente al más extraño de los finales, aquel que busco soy yo mismo. Lo importante en este caso es que la estructura del proceso inquisitivo, muestra cómo se van ordenando o engarzando los complejos erotéticos, de modo tal que van llevando al investigador hacia lugares que él tal vez no quiere llegar, pero que la propia lógica inferencial erotética es la que marca el sendero instalado por el proceso inquisitivo.

La teoría erotética del conocimiento aborda el caso de sujetos con un conocimiento limitado, para quienes adquirir es un proceso complejo y costoso. Christopher Cherniak (Cherniak, 1990) ha llamado una racionalidad mínima y una capacidad inferencial mínima sometida a constricciones psicológicas, etarias, ambientales, etcétera. En este sentido, la obra de Sófocles se presenta como un modelo notable de ese proceso de indagación erotética, que anticipo el desarrollo sistemático de estas metodologías en histórica y en ciencias forenses.

 

  1. Bibliografía

Cohen, Morris R. & Nagel, Ernest. (1934). An Introduction To Logic And Scientific Method. Londres: Routledge & Kegan Paul Ltd.

Collingwood, R. G. (1939). An Autobiography. Oxford: Oxford University Press.

Collingwood, R. G. (1940). An Essay on Metaphysics. Oxford: Oxford University Press.

Collingwood, R. G. (1977). Idea de la historia. México, D.F: Fondo de Cultura Económica.

Cross, Charles & Floris Roelofsen. (22 de 03 de 2022). Questions. Recuperado el 22 de 11 de 2024, de The Stanford Encyclopedia of Philosophy: https://plato.stanford.edu/archives/sum2024/entries/questions

Heródoto. (2006). Historia. Madrid: Ediciones Cátedra.

Hintikka, Jaakko & Hintikka, Merrill B. . (1989). Sherlos Holmes y la lógica moderna:: hacia una teoría de la búsqueda de información a través de la formulación de preguntas. En U. &. Eco, El signo de los tres. Dupin, Holmes, Pierce (págs. 210-229). Barcelona: Editorial Lumen S.A. .

Miroli, A. (2022). El concepto de experiencia negativa. La evidencia del pesimismo radical. . Eikasía Revista De Filosofía 105, 211–242.

Sófocles. (2000). Edipo Rey. En Sófocles, Tragedias (págs. 310-368). Madrid: Editorial Gredos S.A.

 

 

 

[1] Profesor de Epistemología y Lógica.

[2] Alumno de la carrera de Filosofía de la FFHyEO de la USAL.