Hildegarda von Bingen (1098-1179)

Hildegarda von Bingen nació en el seno de una familia noble alemana en el año 1098. Fue la décima de sus hermanos y a los ocho años ingresó a la vida religiosa. Pasando mucho tiempo sola a causa de su frágil salud, desarrolló una inmensa vida interior. Desde sus primeros años se cree que fue favorecida con visiones. En 1141, cuando tenía 42 años, experimentó una visión en forma de instrucción directa de Dios: “escribir todo cuanto viera y oyera”.  Muchas de las obras de Hildegarda se presentan en forma de visiones.

En 1136 fue elegida por unanimidad como magistra entre sus hermanas y compañeras y llegó a fundar dos monasterios en 1150 y 1165 (actitud inusual para una abadesa mujer).

Su particular genio se expresa también en el polifacético abanico de producción: fue una compositora consumada y es autora de uno de los repertorios de música medieval más extensos. Una de sus obras, Ordo Virtutum, es uno de los primeros dramas litúrgicos. Hildegarda escribió textos teológicos, botánicos y medicinales, así como también, profundas cartas y poemas. “Physica” es una obra de nueve volúmenes que se ocupa principalmente del uso medicinal de las plantas, los árboles, las piedras preciosas, los metales y los animales. Los cinco volúmenes del “Causae et Curae” son esencialmente un tratado de medicina, en donde fusiona tradiciones griegas y cristianas. En sus libros describió conocimientos experimentales, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de contemplación mística. Todos los manuscritos encontrados en el convento en Eibingen fueron transferidos en 1814 a la biblioteca estatal en Wiesbaden. De esta colección el primero y mayor trabajo de Hildegarda es el “Scivias” (Scire o vias Domini, o vias lucis), comenzado en 1141 y escrito durante diez años. Es una producción extraordinaria y difícil por su tono profético y admonitorio, al estilo de Ezequiel y el Apocalipsis. El “Scivias” representa a Dios en Su Santa Montaña con la humanidad en la base, narra la condición original del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas, el Santo Sacrificio de la Misa, los tiempos por venir, el hijo de perdición y el fin del mundo.

Su figura es fuerte y sorprendente si nos ubicamos en un momento de la historia en el que estaba prohibida la interpretación de las Escrituras por parte de las mujeres y su participación en la sociedad. Hildegarda estableció relaciones con Papas, Emperadores y otras figuras notables como San Bernardo de Claraval. Atraídos por sus dones, se congregaban en torno a ella, personas provenientes de Alemania y la Galia, con el fin de escuchar sus palabras, recibir consejo y orientación.

El 7 de octubre de 2012 su nombre fue agregado a la lista de Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI.